Los modelos mentales corresponden a cápsulas condensadas de cómo percibimos el mundo en distintos momentos y circunstancias. Contienen elementos racionales, emocionales y profundos. Se construyen de manera inconsciente, aun cuando de manera consciente se pueden revisar mediante ejercicio de autoobservación o autoindagación. Esto no es el común denominador, sino su formación y manifestación inconsciente. Su plataforma de operación se constituye por los mecanismos perceptuales por lo que la parte consciente racional se limita a una capacidad de “entrada” de siete más menos dos bits de información por segundo, cuando un primer plano del mundo físico que nos rodea nos ofreces una constante de dos millones de bits por segundo, por lo que la mente humana requiere ejecutar mecanismos de generalización, proyección, borrado, fabricación, síntesis, resúmenes, mutilación o eliminación de información que será considerada menos relevante de manera automática, al no corresponder a los esquemas de los modelos mentales de base, y con base a ello integrar un conjunto perceptual.
Los modelos mentales son la plataforma de significación de lo que denominamos “la verdad” a través de una sustentación interna que nos impulsa a proyectar en el mundo nuestra “razón” y nuestro “sentido de las cosas”. Podemos afirmar que a través de nuestros modelos mentales manifestamos nuestra filosofía de vida, es decir, el cómo le damos sentido a nuestra existencia.
Al representar la proyección de nuestro mundo interno verdadero hacia el exterior, esos cañonazos de verdad chocan frecuentemente con los demás: ¿Qué hacer en una sociedad y en un mundo donde todos tenemos la razón y todos estamos equivocados?
En los modelos mentales están contenidos siglos de historias mediante los cuales podemos explicar muchos de los patrones caóticos de esta humanidad. Nos mantenemos en una actitud de refuerzo del modelo y no de su observación, su escrutinio y su confrontación bajo una posición integrada y consciente.
Si nos enfocamos en un universo más pequeño, por ejemplo, la familia o en una organización, encontraremos las mismas dinámicas. Los individuos que forman parte de ambas se relacionan entre sí a través de la integración de sus modelos mentales. Peter Senge, en su obra “La Quinta Disciplina”, implica a las organizaciones como inteligentes, teniendo como bardware o red conectora de conocimiento a toda la red humana que influye a todos los participantes y cuyas terminales son los modelos mentales de cada participante.